La Humildad de Emanuel

“Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel.” Isaías 7:14
En este verso el gran profeta Isaías anunciaba el nacimiento de Jesús unos 700 años antes de que ocurriera, mientras Mateo 1:23 nos confirma su cumplimiento. Dios había engendrado, a través del poder del Espíritu Santo, la versión encarnada de Si mismo para convertirse así en Emanuel, que significa Dios con nosotros. Un pequeño embrión que maduró en el vientre de María, hasta convertirse en un hermoso bebé. ¿Alguna vez has pensado en el inimaginable acto de humillación que la encarnación de Dios implica? Ser el Hijo de Dios, estar a la diestra del Padre, y siendo la Palabra, tener que aprender a balbucear y a hablar. Siendo Aquel que sustenta el universo, tener que aprender a caminar. Siendo mayor que todo nombre que se nombra, vivir en completa sujeción a sus padres terrenales. Jehová de los ejércitos metido en un vientre, hecho un frágil bebé, como cualquier otro. ¡Que maravillosa humildad y amor, y que gran lección!
En estos tiempos que vivimos, con tanto “yoísmo” y egocentrismo, donde nos hemos vuelto, como advierte Pablo: “adoradores de nosotros mismos”, es importante meditar en esta realidad. Como alguien dijo: “El único que no tiene complejo de Mesías, es el Mesías.” La Biblia nos recuerda que “somos polvo y al polvo volveremos.” Que “la gloria del hombre es como la hierba del campo,” que florece, sale el sol, y el viento la seca. En otras palabras, todo logro terrenal es pasajero. ¿Qué te parece si imitamos a Jesús siendo tan solo un poco menos egoístas, estando más atentos a las necesidades de otros, y tratando primero de entender antes que ser entendidos? ¿Has notado la división que existe por todas partes, en los matrimonios, de los padres con los hijos y viceversa, en los medios, entre edades y razas, entre ideologías y aun dentro de la iglesia? Todo ello tiene un solo origen y se llama orgullo. Por orgullo el hermoso ángel Luzbel, lleno de esplendor y poder se convirtió en Satanás, el adversario, diciendo: “Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono … sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo.” Mientras el Diablo buscaba subir, Jesús decidió rebajarse. ¿A quién eliges seguir hoy? Te invito a imitar a Aquel quien:
“se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.” Filipenses 2:7-8
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