El Antídoto para la Intimidación

“Príncipes también se sentaron y hablaron contra mí; Mas tu siervo meditaba en tus estatutos.” Salmos 119:23
Me impacta esta declaración del salmista. ¿Qué harías tú (y qué haría yo) si príncipes, personas poderosas e influyentes de la tierra se unen a hablar en nuestra contra? Sin duda sería algo intimidante. Un simple alcalde o jefe de la policía, no digamos un gobernador, presidente o rey, que esté molesto conmigo y buscando hacerme daño; que esté hablando, es decir planeando contra mí, seguramente sería motivo de buscar protección legal o quizás aún de huir. Pero este individuo tiene una actitud muy diferente: meditar en los estatutos, es decir en la Palabra de Dios. En otras palabras, la Biblia nos está dando el antídoto contra la intimidación: meditar en las Escrituras. Cuando tus enemigos están planeando contra ti, Dios te dice que, en vez de distraerte y dejarte llevar por rumores e intimidaciones, te enfoques en Él. Meditar en la Palabra nos mueve de temer al problema a creer en la promesa, y de dejarnos influenciar por el mentiroso a enfocarnos en el Verdadero. Por eso cuando Dios instruye a Josué acerca de cómo tomar la tierra prometida, no le da inicialmente estrategias militares, sino le ordena meditar en las Escrituras, de día y de noche, sin que el “Libro de la Ley” se aparte de su boca: “porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.”
No sé que proyecto estás iniciando, no sé cuáles son tus sueños y metas para el nuevo año, pero te puedo asegurar que en cuanto comiences a moverte hacia ellos, vendrá la oposición. Quizás sean príncipes, cómo por ejemplo tu jefe o un socio, o una autoridad gubernamental que te impide cambiar tu estado civil o migratorio. También es posible que sean tus más íntimos amigos e incluso familiares, los que traten de desviarte diciéndote que no puedes, que es muy tarde, que no lo lograrás. Ellos todos son simples involuntarios instrumentos del enemigo, pero Dios te dice que te enfoques en la Palabra. ¿Por qué? Porque Él es la Palabra. La Palabra está viva y renueva tu mente. Cómo dijo Einstein “no puedes resolver un problema en el mismo nivel mental en el que lo creaste.” Necesitas renovar tu mente. Necesitas conocer más de Dios y Él solo se revela en sus Escrituras. No te enfoques en lo grande del problema sino en lo infinito de tu Omnipotente Dios. Medita en la Biblia a diario, ora, adora. David dice que quien se deleita en ella:
“Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, Que da su fruto en su tiempo, Y su hoja no cae; Y todo lo que hace, prosperará.” Salmos 1:3
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