Renovando La Mente

“Le respondieron: Linaje de Abraham somos, y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Seréis libres?” Juan 8:33

Jesús les estaba hablando a un grupo de judíos que había abrazado al cristianismo, que habían creído en Él, y cuando les menciona que, si permanecen en la Palabra, conocerán la verdad y ésta los hará libres, ellos responden: “Nunca hemos sido esclavos de nadie, ¿por qué dices que seremos libres?” ¡Interesante! Los judíos habían sido esclavos en Egipto por más de 4 siglos y exiliados por Babilonia durante 70 años. Después vinieron los persas, luego los griegos, y en el momento en que esta escena ocurre, están sometidos bajo el imperio de Roma. ¡Pero ellos creen que siempre han sido libres! Pero ¿por qué pasa esto? Porque nos acostumbramos tanto a la esclavitud del pecado que al tiempo ni la notamos. Recibimos a Cristo y Él nos hace libres de nuestras ataduras, pero a pesar de ello, nos quedamos donde estábamos. El pecado se nos vuelve cultura, día a día. Somos libres, pero nuestras mentes siguen esclavizadas. Estamos a la puerta de la tierra prometida, pero con los ojos puestos en Egipto, en el pasado, en las algarrobas que nos daba faraón…

Muchos estamos haciendo nuestras resoluciones de año nuevo, pero es probable que no sean muy diferentes a las del año anterior. Le presentamos a Dios una lista de cosas que queremos lograr, y solicitamos su apoyo y generosidad para alcanzarlas. Sin embargo, si nuestra mente aún está en Egipto, Dios no puede llevarnos a la Tierra Prometida. Algo parecido dijo Einstein: “No puedes resolver un problema en el mismo estado mental en el que lo creaste.” Si es así, es probable que este sea otro año de caminar (y para algunos vagar) en el desierto, hasta que se renueven nuestras mentes. Tenemos que volvernos verdaderos discípulos de Jesús y conocer desde nuestras entrañas al que es la Verdad. Solo entonces ella nos hará libres. Pero mientras ese conocimiento sea solo mental, seguiremos vagando en el desierto. Como la famosa historia del elefante que, desde que es un recién nacido permanece atado a una estaca a la que se sigue sujetando, aun cuando ya es un gigantesco animal capaz de arrancarla fácilmente, así nos quedamos, paralizados, pronosticando el futuro según el pasado, deseando más, pero de lo mismo. Es tiempo de renovar tu mente. De sentarte con Dios a que Él te dé esas resoluciones, y que te atrevas a creer por más. Tiempo de dejar que sea el Espíritu quien ensanche tu mirada, tu entendimiento, tus expectativas…

“y renovaos en el espíritu de vuestra mente.” Efesios 4:23

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