Deshazte Del Obstáculo

“Él entonces, arrojando su capa, se levantó y vino a Jesús.” Marcos 10:50
Continuamos con la historia del ciego Bartimeo, quien había desarrollado mucha fe probablemente escuchando sobre los milagros y maravillas que Jesús hacía. Un día Jesús pasó por su ciudad, Jericó, y este hombre que había perdido la vista física, parece haber despertado su visión espiritual. Comenzó a clamar para que Jesús lo ayudara y, cuando le mandaron a callar, gritó más fuerte. Creo que tenemos que aprender a orar como este hombre, en la desesperación de saber que solo Dios nos puede ayudar. Jesús se detuvo y lo mando a llamar, y Bartimeo sin dudar se deshizo de la capa que le hubiera dificultado llegar a Jesús. Esto es muy significativo, porque estas capas eran otorgadas por las autoridades romanas para certificar que quien las usaba realmente tenía necesidades especiales y que genuinamente requería de la caridad de los que pasaban. Además, la capa le protegía del frío y de los vientos secos cargados de arena, pero al abrirse sus ojos espirituales, este hombre entendió que estaba hecho para cosas mayores.
Por eso, lo primero que Bartimeo hizo al saber que Jesús le llamaba, fue deshacerse de su capa, levantarse, e ir a Jesús. Renunciaba a su pasado para poder entrar a su nuevo futuro. Esto me recuerda la vez que el joven David fue a hablar con Saúl para ofrecerse a pelear con el gigante Goliat. A pesar de que para entonces David era (y seguiría siendo por algún tiempo), el encargado de cuidar las ovejas de su padre, le dijo a Saúl: “Tu siervo era pastor de ovejas.” Era, en pasado. Al igual que Bartimeo, David se deshizo del obstáculo que, en su caso era más bien mental. Estaba renunciando a quedarse en lo mismo para poder ir por más. El problema es que muchos queremos lo nuevo sin deshacernos de lo viejo; abrazar la salvación, pero seguir viviendo en pecado; ser bendecidos en la tierra, pero siguiendo nuestra propia astucia; casarnos, pero vivir como solteros; cosechar trigo mientras sembramos cizaña. Pero no funciona así. A veces debemos renunciar a algo para que Dios nos de algo mayor. Debemos soltarnos de las cuerdas a las que nos aferramos, cómo la seguridad laboral o financiera, el médico de cabecera, una relación destructiva o una puerta de pecado abierta al maligno. ¿De qué tienes que deshacerte para generar espacio para lo nuevo que Dios quiere darte? ¿De qué orilla tienes que soltarte para poder nadar hacia tu propósito, hacia tu meta?
“una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta…” Filipenses 3:13b-14
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