La Oración que Transforma Naciones

«Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad.” 1 Timoteo 2:1-2
Pablo exhorta a su querido discípulo Timoteo a que ore y de gracias por todos los hombres, y en especial por los gobernantes y aquellos que están en eminencia, es decir en lugares de autoridad. Y a continuación explica el objetivo de esa oración: “para que vivamos quieta y reposadamente.” ¿Te imaginas el cambio que se experimentaría en la “atmósfera” espiritual de tu nación si a diario sus habitantes bendijeran a Dios, oraran por los gobernantes y dieran gracias por ellos? El impacto sería que esa nación viviría quieta y reposadamente, en el sentido de que habría paz y prosperidad, seguridad y estabilidad, compasión y honor. Desafortunadamente hoy en día vivimos como en los tiempos de los jueces en Israel, donde: “cada uno hacía lo que bien le parecía.” Nos parecemos más a lo que Jesús describió hace dos mil años: “los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad.” En vez de servir a la nación sabiendo que Dios es quien “quita reyes, y pone reyes”, sirven a sus intereses personales y más recientemente, a agendas globales. Eso ha permitido que oficinas de gobiernos, congresos, cortes supremas, universidades y el mundo académico, escuelas primarias y secundarias, el mundo corporativo, medios de comunicación, los deportes y el mundo del entretenimiento, hayan sido invadidos por principados y potestades que buscan la destrucción del ser humano al promover el humanismo, el racismo, la codicia e idolatría, la falta de identidad y el aborto, entre otros…
Entonces, ¿qué podemos hacer los creyentes? Podemos hacer muchas cosas, pero la más importante, ya que esta es una guerra espiritual, es la oración. No podemos destruir en lo natural aquello que nació de lo espiritual. Oremos a diario por los que están en eminencia, y porque Dios confronte a aquellos que pretenden tomar el lugar del Señor. Peleemos orando. Persistamos pidiendo sabiduría, justicia e integridad en nuestros gobernantes. Recordemos siempre que detrás de los líderes que gobiernan, está el enemigo. Dirijamos contra él nuestras fuerzas en batalla.
“Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.” 1 Efesios 6:12
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