Hombres de Poca Fe – P2

“Él les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar; y se hizo grande bonanza.” Mateo 8:26

Los discípulos y Jesús estaban en el bote en medio del agua cuando se desató una gran tormenta que aterró incluso a los expertos pescadores que despertaron a Jesús que dormía. Si, Jesús dormía mientras los demás estaban desesperados porque ya el agua entraba a la embarcación. Y cuando lo llamaron, no se despertó con sobresalto por los gritos y la manera desesperada en que sus discípulos le reclamaban que los iba a dejar morir, no. Jesús en cambio los corrige y los califica de hombres de poca fe. Se levantó, reprendió a los vientos y el hasta hacía unos segundos furioso mar, ahora parecía un espejo, lleno de calma mientras soplaba una suave brisa.

Muchas veces oramos guiados por emociones. Si “sentimos” a Dios entonces lloramos y nos quebrantamos en su Presencia, nada malo con eso. Pero el hecho de que un día, por nuestras mismas distracciones o preocupaciones no lo “sintamos”, no significa que no esté con nosotros. Él puede parecer que está durmiendo, pero si eres hijo o hija de Dios, siempre estará en tu bote, tanto cuando el viento te lleva adonde quieres como cuando la tormenta golpea con sus olas y vientos. Jesús prometió estar con nosotros todos los días, hasta el fin del mundo, y esa frase (al igual que ninguna otra de sus palabras) debe ser tomada a la ligera. Él prometió sustentarte y ayudarte (Isaías 41:10, 13), y es tiempo de que le creamos porque Él solo habla verdad porque Él es la Verdad. En medio de tus circunstancias, es importante que entiendas y te percates de que Dios está allí. El hecho de que algo no esté saliendo como tú lo deseas o que tu oración no sea respondida tal y como la pediste, no significa que Dios te abandonó o que no está atento a ti. A veces Dios nos prueba también, y ¿qué hacen los maestros cuando le hacen un examen a sus estudiantes? Callarse. Tú estás en la prueba, pero el maestro está allí, monitoreándolo todo. Invita a Jesús a tu vida, ábrele todo tu corazón, y entiende que desde ese momento en adelante, si tú lo sigues, Él no se va a apartar de ti, jamás.

“Jehová guardará tu salida y tu entrada, Desde ahora y para siempre.” Salmos 121:8

Los comentarios están cerrados.